Una de las Islas pitusas, sin duda la más tranquila posiblemente la más hermosa. La isla de Formentera ofrece al turista una oferta de ocio variada dentro de un paisaje paradisíaco. ¿El problema? Quizás su limitada capacidad hotelera.

Formentera es un auténtico paraíso mediterráneo con una temperatura agradable de 18 grados en invierno y en la que las playas de blanca arena se entremezclan con pinos y dunas.

El visitante que llega por primera vez queda maravillado por la playa de Es Caló. Sus rocas y sus aguas cristalinas invitan a relajarse tomando un baño y secándose bajo la brisa de un lugar tan bello.

Y es que Formentera es un lugar tan atrayente que escritores como Julio Verne le dedicaron líneas en sus relatos, concretamente al faro de La Mola que Julio Médem recogería en su película “Lucía y el Sexo”.

Un lugar de belleza e historia en el que el músico Bob Dylan decidió buscar su inspiración en medio del clima hippy que tan bien recibieron Ibiza y Formentera y que han convertido a las Pitusas en las islas modernas, abiertas y respetadas que son en la actualidad.

Pero la capacidad hotelera es reducida. Las necesidades de preservación de la isla han obligado a limitar la construcción y la especulación hotelera no ha sido tan importante como en otras islas o zonas de costa.

Una de las soluciones para poder visitar la isla es tomar los ferrys de Aquabus. Una línea dedicada a las excursiones entre Ibiza y Formentera que por poco dinero te permitirá visitar de forma regular las maravillas de Formentera.